
No valorar la Imagen
Este es el error más habitual en una gran número de empresas y comercios.
Es un error porque todo el mundo pondría el grito en el cielo si alguien nos dijera que pretende ir a una fiesta a encontrar pareja y está sin duchar, sin peinar, con ropa vieja, oliendo a sudor y los dientes sucios.
Entonces ¿porque no hacen lo mismo la empresas con su imagen?. ¿Porque no valoran su imagen en toda su magnitud?.
Están las empresas que directamente ni tienen imagen corporativa o tienen la misma desde hace más de 10 años, que a efectos prácticos es como si tampoco la tuvieran. Las primeras ni entran a la fiesta y las segundas pretenden seducir al consumidor de hoy con una estética de hace 10 años. ¿No ha cambiado nada la empresa en 10 años?. Es pretender ir de moderno con un móvil sin pantalla.
En el otro extremo están las empresas que tienen una muy buena imagen de cara al exterior y se olvidan de trabajar la interna. Un chico muy lindo en la fiesta pero que es mejor que no te acerques.
Se olvidan que la mejor imagen de empresa es la que da un empleado contento y convencido.
La primera impresión es lo que vale no cabe duda pero luego hay que mantenerla.
Es muy difícil conseguir segundas oportunidades a una primera impresión.

El cliente o consumidor final esta en continua evolución y dede la llegada de internet dicha evolución cada vez es más y más rápida. Hace solo 10 años nadie tenía un smartphone y hoy quién no lo tiene prácticamente esta fuera de la sociedad.
Toda comunicación de nuestra empresa va a generar inevitablemente una reacción en el consumidor final. El consumidor va generase una idea de la empresa, local o servicio a través de lo que percibe. Va a contrastar nuestra marca con sus gustos, con sus necesidades, con sus sentimientos, con sus creencias, en definitiva nos va a evaluar en función de la imagen que se haga con lo que le transmitimos.
Puede que no nos guste e incluso que no estemos de acuerdo con las pautas que nos marca el cliente. Pero corremos muchos riesgos si nuestra comunicación con el cliente no se adecúa a sus gustos y necesidades.
Tenemos que hacer el esfuerzo de ponernos en sintonía con él. Ir donde está el cliente, usar sus canales de comunicación y emplear su mismo lenguaje.
Debemos ir variando la imagen de la empresa en función de las necesidades y gustos del cliente al que nos dirigimos. Le estamos mandando un mensaje de que le entendemos, que estamos con él, que compartimos sus gustos y preocupaciones. En definitiva que somos su marca y puede contar con nosotros.
Ignorar al consumidor es un error que puede salir muy caro.